miércoles, 30 de enero de 2008

ME ESTOY QUEDANDO SIN FOTOS.




Imagínense, para ilustrar este escrito, he tenido que recurrir a una foto de la comunión del Capitán Rumikel. Si son ustedes poco ágiles visualmente, habrán visto sólo una motocicleta verde. Mas yo les animo a que no se dejen llevar por las apariencias. Vayan en moto, llegarán antes.

Si miran fijamente la fotografía durante siete días sin pestañear, descubrirán la imagen de un tierno infante vestido de marinero con una biblia en la mano, jazmines en el pelo y rosas en la cara. Pues ése es el Capitán Rumikel. ¿A que ha valido la pena esperar 7 días y quedarse ciego? Pues en persona gana, imagínense.

¿A qué viene el título de este post? A cenar. Y si se descuidan, a vaciarles la nevera, violar a sus hijas top models mayores de 18 años y a saquearles la cuenta corriente. O sea, lo mismo que haría el Capitán Rumikel si no hubiese sido secuestrado por una banda de negros caucásicos filipinos. Los temibles “negroscaucásicosfilipinos”, como se hacen llamar en los círculos concéntricos en los que se mueven cuando practican el hulla hop.

A mí ya me extrañaba que mi fiel amigo no subiera fotos en su flick, el lugar desde el cual yo alimento mis obras maestras de la literatura universal de todos los tiempos que ustedes leen previo pago. Pensé que estaría yaciendo con la sección femenina/o del Orfeón Donostiarra, uno de sus hobbys favoritos. Pero no, porque me los encontré en un concierto de Luis Cobos y me comentaron que no sabían nada de él. Ni de música.

Con la mosca tras la oreja llamé por teléfono a su casa, con tan buena suerte que al apoyar el auricular sobre mi pabellón auditivo, maté a la mosca. Ya podía hablar tranquilo.

- Hola, soy el Capitán, deja tu mensaje tras la señal.

Me acerqué al Ceda el Paso que hay en su casa y escribí: Capitán, no sé nada de ti. Tampoco de Marie Curie. Pero me preocupas más tú. Más que nada, por los críos. Firmado: sí.

Y me fui a mi casa dando saltitos como me gusta hacer para darme aires de interesante. De pronto, un coche se detuvo a mi lado. Un señor con pasamontañas pero con un acento negro caucásico filipino que lo delataba me dijo:

- ¿Buscas al Capitán?
- Sí, ¿qué sabes de él?
- Sólo te puedo decir que lo tenemos secuestrado.
- ¿Y de Marie Curie?
- Sé que descubrió el Radio. Gracias a ella escuchamos el Carrusel.
- Lo sabía. Todo encaja. O me devolvéis al Capitán, o nos las vamos a tener.
- No lo podemos devolver. Ya lo hemos destapado.
- ¡¡¡Bribones!!! – exclamé, y me fui corriendo calle abajo, con los ojos inyectados en sangre, con lo que eso afea mi figura.

Ahora mismo estoy destrozado por dentro. Maldita fabada.

Pero también me duele haber perdido a mi compañero. Por eso me tenéis aquí. Estoy reclutando un ejército de personas (no aspiro a mucho, unas 100.000 me bastan) para invadir Francia. Una vez conseguido este primer paso, el propósito es cruzar la frontera española disimulando, unos mirando a un lado, otros haciendo como que hablan por el móvil, los más osados silbando la Marsellesa y una vez introducidos en el país, ir casa por casa preguntando si alguien sabe algo del Capitán Rumikel.

Es lo menos que puedo hacer. Ayudadme, el haría lo mismo por vosotros. Y por vosotras haría más cosas si le dejárais.

¡¡Capitán, aguanta, que ya vamos!!

lunes, 28 de enero de 2008

Lección de economía




En 1987, el ejecutivo de American Airlines James McPanta se convirtió en un caso de estudio en el mundo de la economía al permitir ahorrar a su empresa más de 40.000 millones de dólares.

El secreto: eliminar una aceituna de cada ensalada servida en sus vuelos.

Con esa misma medida, más de 4000 familias dedicadas al cultivo de la aceituna se vieron afectadas.

Pero eso no es economía.

Es que a los andaluces no les gusta trabajar.

viernes, 25 de enero de 2008

¿Pero en qué mundo vivimos?




¿Pero esto qué es? ¿Nos hemos vuelto todos locos o qué? ¿Eh? Eh, usted, sí, sí, el de la perilla, le hablo a usted.

Bueno, en realidad no le hablo a usted, es una frase hecha. A mano, como se hacen las buenas frases, las de antes. Tiene usted razón, ya no encuentras frases tan bien construidas como las de antaño. Yo me acuerdo cuando era niño, que oías a la gente hablar y pensabas, ché, qué bien está esta frase. Y no como ahora, que cualquiera se cree con derecho a decir esto o aquello sin pensar en si la frase tiene sujeto, predicado y los complementos circunstanciales homologados por la Real Academia de la Lengua, a la que aprovechamos para saludar y preguntar que qué hay de lo nuestro.

Claro, como las frases de ahora se hacen con ordenador…

En los tiempos de nuestros abuelos no había tantas frases. Pero ¡ojo!, las que había eran unas frases de tomo y lomo. Nunca olvidaré la primera frase que me regaló mi abuelo. Sin embargo, el primer caramelo que me dio sí que lo he olvidado. Es lo que se llama memoria selectiva, uno recuerda mejor unas cosas que otras. Sin ir más lejos, te quedas aquí al lado.

Yo a veces olvido cosas. Ir a trabajar, por ejemplo, se me olvida. No es que sea vago, si me encanta mi trabajo de taxidermista. Pero tengo la cabeza en otro sitio (es un decir, en realidad la tengo donde todos, no se vayan ustedes a pensar que… ah, ¿ya lo habían entendido? Caramba, no se ponga así, sigo, sigo con mi relato). Pues eso, que como soy un hombre muy inquieto, pues me lío con unas cosas y otras y se me olvida ir a trabajar. Ayer, sin ir más lejos, me quedé aquí, en la cama. ¿He repetido lo de ir más lejos?

Es que se me olvida lo que digo, no sé si se lo había dicho. Es un defecto que tengo. A mi jefe no le hace mucha gracia, pero tiene que comprenderme, que para eso es mi padre también.

Cuando a veces estoy un par de semanas sin acordarme de ir a trabajar, me echa unas broncas tremendas, un día le va a dar algo. Y yo le digo, papá, que un error lo tiene cualquiera, ¿a ti nunca se te ha olvidado nada? Y me contesta con nosequé de que se le olvidó cortarse el miembro antes de acostarse con mi madre para que no naciese nosequién. No le hago mucho caso, porque cuando me gritan por una oreja me entra y por la otra me sale cerumen con el que hago pelotillas.

A la gente le gusta mi carácter olvidadizo. Una vez, qué risa, se me olvidó vestirme. Claro, estaba tan presionado con acordarme de ir a trabajar, que no puede uno estar en todo. Yo notaba que la gente me miraba raro, y les decía ¿qué pasa, nunca ha visto a alguien ir a trabajar? Así va el país, unos trabajando y otros gastando.

Cuando llegué a la oficina, bronca de mi padre (si no es por una cosa, es por otra, la cuestión es enfadarse) y hale, otra vez a casa, a acostarme para acordarme de levantarme, vestirme e ir a trabajar. Es que si no lo hago todo seguido, pierdo el ritmo.

¿A qué venía todo esto? ¡Ah, sí! Por lo de la crisis económica, que ahora quieren que no tengamos tanto dinero. ¿Pero en qué mundo vivimos? ¿Nos hemos vuelto todos locos o qué?

martes, 22 de enero de 2008




De noche, todas las gramáticas son pardas.

viernes, 18 de enero de 2008

Un hombre solo




La del alba sería cuando una paloma mensajera se estrelló contra el cristal de mi ventana. Pegado al vidrio, junto a las vísceras del animal había un mensaje: “Soy Alberto. Me siento solo. Pasaré a verte.”.

Le contesté: “No quiero saber nada. No te acerques a mi casa, que a los niños les asustan tus cejas.” Sin embargo, a pesar de la fuerza con la que la lancé, la maldita paloma no llegó a su destino, yendo a caer en mi jardín, donde fue devorada por los gatos del vecino.

¡Ding, dong!

Abrí la puerta y ahí estaba él. Sucio, con la raya torcida, con los ojos llorosos y los hombros caídos, pero no hasta el suelo, sino un poco más de lo normal, no sé si me explico. Así, mira ( y ahora estoy haciendo el gesto de hombro caído, todo lo que haga falta por ti, oh amado lector).

Alberto Ruíz Gallardón nunca ha sido un jolgorio de tío, pero su tristeza asustaba.

- ¿Te has enterado?
- Sí, sí, debe haber sido un palo para ti.
- Pues sí, tenía muchas esperanzas puestas en estas elecciones.
- Perdona, ¿qué tenías? (no pude contener la risita, soy así de mezquino)
- Esper… mierda. Todo ha sido por su culpa. Lo ha vuelto a hacer, la muy cochina. Ya lo fastidió todo cuando los Juegos Olímpicos. Va a por mí.
- ¿Lo de Madrid 2012 también fue culpa suya?
- Sí, sí, fue por ahí diciendo a los del COI que yo suspendí gimnasia en el colegio y que llevaba zapatos ortopédicos.
- Jopé, sí que se pasó un poco sí. Pero debes entender, amigo Alberto, que yo no me puedo inmiscuir, soy un hombre público y no quiero que vuestras rencillas me salpiquen.
- Es que me siento perseguido. Mariano también va a por mí, quizás ahora mismo está dentro del armario y sale con un cuchillo para matarme. Sólo le faltaría eso.
- Mariano nunca saldría del armario para eso. ¿No ves que su carrera también está en juego?
- Esperanza… con lo que yo hice por ella. ¡Yo le expliqué quién era Santiago Segura!
- Venga, venga, Alberto, ánimo. Mira, vete a casa, relájate, date una ducha y piensa que mañana será otro día. Piensa que si lo dejas, Ana Botella se alegrará más que cuando supo que su hijo no era homosexual, sino hemofílico, que todo había sido un error.

Y con esa reflexión le dejé marchar, arrastrando los pies por el jardín, donde los gatos devoraban ahora a un mensajero de verdad. Yo me quedé en mi habitación, viendo cómo se abrían las puertas del armario y de allí salía Espe con una botella de cava catalán y un picardías rojo que se empeñó en estrenar para celebrar que, una vez más, nuestros planes habían salido a la perfección.

jueves, 17 de enero de 2008

El hombre cuadriculado




Al hombre cuadriculado le gustaba llamar al pan pan y al vino, vino.
Sin embargo, al paté le llamaba foie y al fuet, salchichón.

martes, 15 de enero de 2008

Vida de un pugil, con acento en la u



El Poli siempre ha sido mi principal referente en el mundo del boxeo. Hasta tal punto llegaba mi admiración que me puse el nombre de “El pony de Alcobendas” en homenaje al gran Policarpo.

Mis inicios en este duro mundo fueron difíciles. Influía el hecho de que era flaco como un perro y tenía menos punch que Hernández Mancha. Pero con tesón, sacrificio, valentía, constancia y unas pastillas verdes del tamaño de un huevo conseguí moldear mi cuerpo en poco menos de un par de meses.

Necesitaba un entrenador que me guiase. Y para ello, nadie mejor que mi amigo Bartolo, que jamás había pisado un ring pero tenía vídeo, así que podíamos ir a su casa a ver las pelis de Rocky.

Influido sin duda por estos films, cada día me levantaba a las 5 de la mañana, me preparaba un batido de huevos, me ponía un chándal gris, una toallita blanca en el cuello, un walkman de cassette y salía a correr. Cinco minutos después vomitaba el batido, porque en ayunas esas cosas no sientan nada bien y seguía corriendo. La gente del barrio era mi público fiel, me seguían en mis carreras dándome gritos de ánimo como: hijoputa, devuélveme la pasta que te dejé, si te cojo te mato, drogadicto de mierda, corre, corre, cobarde, que ya volverás a pasar y cosas así. Me animaban mucho, la verdad.

Para conseguir este ágil juego de pies que tengo pasé mucho tiempo saltando a la comba. Me costó bastante robársela a mi prima pequeña, pero como no hay mal que por bien no venga, salí de su cuarto con una preciosa comba rosa y un mejor gancho de izquierdas. Tras varios meses de saltos y más saltos conseguí mi principal propósito: poder hacerlo sin tener que cantar al pasar la barca me dijo el barquero las niñas bonitas pagan mucho más dinero. Ya estaba preparado para mi primera pelea.

Fue contra Joseantonio, el feo del barrio. Lo utilizábamos de sparring porque, por mucho que le pegaras, nunca le empeoraba la cara. Le noqueé al tercer asalto, gracias a un doble cruzado con la derecha y a un taburetazo en la cabeza que le di mientras no miraba. Soy así de expeditivo, como los grandes campeones.

Y así anduve, de pelea en pelea en el gimnasio contra los deshechos sociales que poblaban mi barrio hasta que un día me llegó la oportunidad:

- Pony – me dijo Bartolo- , mañana peleas contra Juanito Rompetráqueas, el campeón de la zona. Mañana te convertirás en un púgil de primera fila.

Todo un vidente, el Bartolo. Hasta la primera fila de sillas llegué del ostión que me dio Juanito. No duré ni un asalto. Y eso me hizo reflexionar por primera vez en mi vida. Y llegué a la conclusión de que aún quería ser como el Poli. Por eso dejé el boxeo y por eso ahora, en cuanto me pase el bajón del perico en vena, me voy a casa de Bartolo, que ha cambiado las pelis de Rocky por las porno que rodó el Poli, que tienen un guión igual de malo, pero al menos no tienes que ver el careto de Stallone.

lunes, 14 de enero de 2008

Fuera de Contexto



Absoluta y completamente fuera de contexto. Ya debería usted saber cómo se las gastan esto periodistas del tres al cuarto que tanto abundan últimamente. Uno, durante una conversación distendida dice una frase y ellos la extraen y así, sin más, la publican.

Y si cambia el significado por completo, a ellos se la trae floja, lo que quieren es vender periódicos.

Entiendo que al leer mis declaraciones usted pudiera sentirse molesto, pero creo que esta aclaración le servirá para convencerse de que entre mis intenciones jamás estuvo la de ofenderle. Sí, claro, es perfectamente comprensible que si uno descubre que sobre él dicen en el suplemento cultural de El Periódico que es “una persona indeseable, asquerosa y llena de prejuicios que no ve más allá de sus narices y que debería estar fusilado o apedreado en una plaza pública”, pues monte en cólera y diga lo que ha dicho usted sobre mi persona.

Pero ya le digo, es una frase entre un millón, extraída con la mala baba del reportero que quiere hacer daño y enfrentarnos. Porque en esa transcripción literal no se tiene en cuenta el tono jocoso con el que lo dije mientras defecaba sobre una de sus fotografías ni el resto de la conversación, que transcurrió entre menciones a su progenitora y risas sobre la disoluta vida sexual de su señora esposa.

Ahora bien, a ellos sólo les interesa la carnaza, por eso publicaron lo que publicaron. Es indecente, lo sé, una degradación constante de una profesión antaño digna y que ahora se ha convertido en un mercadeo de chismorreos y mentiras. Pero bueno, para eso estamos nosotros, los civilizados, los serios, la gente de bien, para volver con nuestras palabras a contextualizar lo que otros se empeñan en extraer para delinquir usando mis palabras como arma arrojadiza.

Posiblemente cuando usted declaró en la edición dominical de El País que yo era “un pajillero ególatra que no sabe dónde tiene la mano derecha, con menos talento que un ciempiés harto de crack”, se refería a otra persona o no quería decir exactamente eso de mí. Por eso no he tomado en serio sus críticas, porque sé que tras ellas se esconde la mano ruin de un recién licenciado, que no sólo no ha verificado la noticia sino que además, vaya usted a saber de qué podridas fuentes ha bebido. Y no me refiero a su aliento a licor escocés, no piense mal.

Sepa pues que no se lo tengo en cuenta, no se disculpe, usted y yo estamos muy por encima de todo esto.

Por eso, cuando mañana lea en la portada de El Mundo que entrecomillan mis palabras “jamás había visto a un tío tan imbécil como él, desde aquí le deseo que lo parta un rayo y de que lo atropelle una apisonadora, aunque me sabe mal por las pobres apisonadoras”, entienda que no hay mala intención mía, sino del obtuso periodista que firma la entrevista.

Una vez aclarado el malentendido y mucho más tranquilo, me despido atentamente, poniéndome a los pies de su señora, que a estas horas debe estar yaciendo. Aunque ignoro con quién, ya que usted está leyendo mi carta, cornudo de los cojones.

Siempre suyo,

jueves, 10 de enero de 2008

Ceesei



Al extraerle el saxofón del esófago, concluyeron que se trataba de un nuevo caso de guerra de bandas.

miércoles, 9 de enero de 2008

demode



Y en cuanto salió del retrete, la top model hizo de cuerpo.

martes, 8 de enero de 2008

Año Nuevo



Y dijo: "mañana mismo sin falta me pongo a régimen".

Y se quedó tan ancho.

jueves, 3 de enero de 2008

Cuento (largo) de Navidad



Han sido, sin lugar a dudas, las peores vacaciones de Navidad de mi vida. Mucho peores que aquéllas en las que me regalaron un libro de Lucía Etxebarría y un disco de La Oreja de Van Gogh.

Y la cuestión es que empezaron muy bien. Como hacemos cada año por estas fechas, el Capitán Rumikel, el menda lerenda y un selecto grupo de amigos nos retiramos a una mansión escondida en las montañas del interior de Catalunya para disfrutar de nuestras interesantísimas conversaciones, comer, beber y jugar a juegos de mesa como el voleibol femenino.

En eso estábamos en nuestra primera noche de retiro cuando nos sobresaltaron unos golpes en la puerta.

- O alguien se está dando cabezazos en la madera para comprobar su dureza, o llaman a la puerta.- apuntó el Capitán.
- Creo que es lo primero, a estas horas, ¿quién va a llamar?
- Es que deberían poner una etiqueta en las puertas que dijesen lo duras que son, porque si no, la gente va por ahí comprobándolo y molestando a los demás.
- Ya, pero el gobierno prefiere dictar leyes como lo del cheque bebé, lo de las bodas gays y lo de los pisos en alquiler antes que detenerse a arreglar lo que de verdad importa: lo dureza de las puertas y los pellejitos que te salen en las uñas.
- ¡¡Es verdad, es verdad!!- gritamos todos a coro, como hacemos siempre que estamos de acuerdo en algo. Eso nos reafirma en nuestras creencias y nos solapa cuando alguien hace un gallo.


Media hora después, cuando calculamos que un ser humano medio ya habría deducido el nivel de durabilidad de la puerta, empezamos a sospechar que quizás era alguien que llamaba con la intención de entrar. Yo, que además de más apuesto que un galán de los años veinte, soy un hombre de acción, di un paso adelante para abrir.

Sin embargo, la entrada de la casa estaba unos cuantos pasos más allá, por lo que tuve que esperar a que alguien más atlético hiciese el camino entero, girase el pomo y nos dejara ver quién estaba detrás de aquella lámina de madera de pino que nos separaba del frío mundo exterior. Más tiesos que un palo, tiritando y con estalactitas en la nariz, encontramos a Nicolás Sarcozy y a Carla Bruni.

- ¡Colasito!- así le llamamos los amigos que le llamamos Colasito- ¿cómo tú por aquí? Pasad, pasad, que no se diga que los españoles no somos hospitalarios, gabachos hijos de puta.

Le dimos una taza de té caliente a él para que entrara en calor y una de Nescafé a ella para que nos cantara la canción. Una vez recuperadas las temperaturas, tuvimos que golpearnos las cabezas contra la puerta, pues se nos había quedado la duda cruel y queríamos saciar nuestra curiosidad. Resultó ser una puerta dura, en grado 6. O sea, de lo mejor que se puede encontrar hoy en día en el mercado de las puertas duras.

Nos comentó Colasín que había tenido que refugiarse en nuestra casa porque los paparazzi no le dejaban vivir y que quería unos días de asueto. Como ninguno sabíamos a ciencia cierta el significado de la palabra, le respondimos que sin problema, que asuetara con nosotros.

Poco tiempo después, oímos el timbre de la puerta. El Capitán Rumikel volvió a teorizar:

- Ya estamos. O alguien estaba señalando hacia algún lado con tan mala suerte que no ha medido bien las distancias y su dedo se ha empotrado contra nuestro timbre, o alguien quiere que le abramos la puerta.

Cuando Carla Bruni murió debido a la explosión de sus tímpanos, descartamos la opción B y nos echamos a suertes quién abría. Nicolás Sarkozy perdió. En otra ocasión le hubiese tocado abrir a él, pero como nos lo jugamos a la ruleta rusa, lanzamos los dos cadáveres a la hoguera y yo mismo abrí la puerta, más calentito que el mundo.

Allí fuera estaba David Meca.

- Hola, es que estaba haciendo mi última prueba, la de recorrer a nado todas las montañas de España. Me pregunto si me dejaría pasar un momento a aliviarme, que si me la saco en el bosque con este frío se que queda chiquitina chiquitina.

Hice lo que hubiese hecho cualquier persona de bien: partirle la cabeza con un hacha para que dejara de darnos el coñazo con sus proezas. Sin tiempo que perder, lanzamos el cuerpo a la hoguera y tratamos de seguir con nuestra partidita de béisbol de mesa.

Pero oye, nones. Sólo treinta minutos más tarde, se oyeron unos gritos provinentes de la calla. “¡¡Ah de la casa!!, ¿hay alguien ahí dentro?”.

- Lo que yo te diga, eso es que alguien ha decidido interpretar una obra de teatro clásico en plena noche al aire libre con 15 grados bajo cero para ver cómo afecta el frío al método Stanivslasky. Eso, o que alguien más quiere entrar.

Curados de espanto, sólo nos quedamos con la duda durante 20 minutos, que es el tiempo que se consume en interpretar una obra de teatro clásico. Pasado ese tiempo, abrimos la puerta.

- Oiga, su cara me suena. ¿Usted no es Dejuana? Le veo más rechonchito…
- Sí, sí, es que estoy en la cabaña de al lado con unos señores con pasamontañas preparando unos fuegos artificiales y he escuchado la música que tenían puesta, y ahivalaostia, que me ha gustado mucho. Y me he dicho, voy a preguntarles qué es, que me lo bajo para mi Vasc Pod.
- Estamos escuchando a Manolo Escobar, sus grandes éxitos - le dije para gastarle una broma, pues entre visita y visita, se nos había hecho ya el día de los inocentes.

Es curioso el ruido que hace un cuerpo sin vida cuando se desploma víctima de un ataque al corazón. El plof es seco, duro, y corto. Plofff. Las dos últimas “efes” son porque se hunde en la nieve. Tengo que aprender a no hacer según qué tipo de bromas. Y a secar los cadáveres antes de lanzarlos a la chimenea, porque este tardó en quemarse mucho y nos inundó la casa de humo.

Mientras se despejaba, salimos a la calle y nos dedicamos a clavar maderas en las puertas y ventanas para que nadie más pudiera entrar, sin pensar que tampoco nosotros podríamos hacerlo. Así que decidimos volvernos a casa andando, con la esperanza de que 2008 fuese un año mucho mejor del que acabábamos de dejar atrás.

- Ah, por cierto – dijo el Capitán- , que no me acordaba de comentaros que esta mañana ha venido Juan Bautista Soler, el gordo del Valencia. Me ha pedido si podía tumbarse un momentín, que no se encontraba bien. Está acostado arriba, acordaos de llamar a la Policía para que vayan a por él.

Mientras nos comíamos nuestros teléfonos móviles, nos miramos a los ojos y supimos que 2008 iba a ser nuestro año. Y si no, al tiempo.