jueves, 29 de abril de 2010

Tómame o déjame



Nueva York, abril de 2010.


Querido Superintendente:


Los primeros días de la gira con Mocedades están siendo un auténtico éxito. Es bestial, tenemos al público americano completamente entregado. Tanto es así que no es nada extraño ver a la gente en la 5ª Avenida haciendo la conga para arriba y para abajo mientras bailan "Al compás del chacachá". Y aún te digo más, ayer abrimos nosotros la Bolsa de Wall Street. Era de abre fácil y nos costó un poquito.


Me gusta la vida del rock&roll star, para qué mentir. Me he integrado sin problemas en el grupo, no me cuesta casi nada aprenderme las coreografías y todos me felicitan cuando hago el "uuuuuu" del estribillo de "Eres tú", otra de nuestros melocotonazos.


 Y aunque (por envidia, imagino) se muestran reticentes a aceptar mis ideas, creo que al grupo le viene bien un poco de aire fresco como el que yo traigo. ¿Pues no me dijeron que no veían apropiado que la cantante se lanzara al público en plena actuación? Si lo hacen los Barricada y la gente recoge a un tipo melenudo y andrajoso, ¿por qué no iban a hacerlo con una señora de bien como Amaia, que va limpia como ella sola?


Y luego creábamos un grupo en facebook de Señoras que cantan en Mocedades que se lanzan al público y hale, ya nos hemos ganado a la chiquillada. Sí, sí, ya sé que soy un adelantado a mi tiempo y que mis ideas preclaras a veces cuestan de asimilar por mentes menos abiertas, pero no desfallezco, estoy acostumbrado a la incomprensión del genio.


Anoche tuvimos actuación en el Madison Square Garden. Qué sensación, cantar en el mismo escenario donde antes lo hicieron grandes del espectáculo como Juan Pardo, Mari Trini o Patxi Andión. Allí arriba, con todo el público coreando "y los muchachos del barrio le llamaban loca" y tú te sientes grande, sabes que las letras que tanto esfuerzo costaron a José Luis Perales, sabes que todos los kilómetros de autobús que hicimos para llegar a Nueva York y tantas noches en hoteles, han valido la pena.


Hemos conectado con el público neoyorkino, y es que la sensibilidad y el arte no entiende de nacionalidades. Claro, unos tipos que aprecian a Woody Allen, ¿cómo no iban a hacerlo con los hermanos Uranga, que ni siquiera se casan con sus hijos? Y yo me siento feliz, me siento vivo, siento que he encontrado mi sitio, vestido con un traje azul clarito, camisa blanca, patillas y bigote, a la derecha de Amaia y susurrando "tómame, o déjame, si estoy despierta déjame soñar..."


Y así, en medio de un sueño que comparto contigo, viejo amigo, me hallo ahora mismo. Quién sabe hacia qué derroteros virará esta aventura musical en la que estoy inmerso. No sé si la piratería o una agresiva promoción de cualquier paupérrima canción del verano echarán al traste el proyecto. Pero mientras dure, que nos quiten lo bailao.


Confío en recibir pronto noticias tuyas. Ahora te dejo, Vicente, pues me marcho con la música a otra parte.


¡Larga vida a Mocedades!

jueves, 22 de abril de 2010

El Síndrome Pau Donés



De todos los placeres que uno puede regalarle al cuerpo a diario sin que ello suponga un excesivo dispendio económico ni un grave perjuicio para su salud, sin duda ninguna, el más gratificante es el de la merendola post siesta.

Sentado en mi sillón de orejas y leyendo el chiste de Garfield de las páginas centrales de La Vanguardia me hallaba cuando Benito, mi mayordomo, puntual como la denuncia de un abogado de Ramoncín, entró en el salón portando en su bandeja un platito de altramuces maridados con un batido de chocolate marca Hacendado. Bocatti di Cardenali.

No había apretado aún el primer altramuz haciéndolo salir disparado hacia mi boca cuando irrumpió en la habitación el Capitán Rumikel. Tan alborotado estaba que ni siquiera reparó en que Benito aún no había vuelto a sus quehaceres.

-       Viejo amigo –le dije- pareces alterado, ¿qué te ocurre? ¿te has vuelto a cruzar con Leticia Sabater?
-       ¿Es que no te has enterado? ¡En toda la ciudad no se habla de otra cosa!
-       Discúlpame, Capitán, mas un ataque de lumbalgia me ha tenido postrado estos tres últimos días. Y he aprovechado el reposo para ponerme al día con periódicos atrasados. ¿Sabías que Gento se ha retirado?
-       Sí hombre, para hablar de cine estoy yo ahora. Acaba de salir el último número de la revista “Blogs de tipos que hacen fotos y escriben tonterías” y hay una reseña sobre nosotros. ¿Sabes qué dice?
-       Ardo en deseos de conocerlo.
-       Lo he memorizado para no tener que comprarlo, nunca sabes cuándo puedes necesitar un euro. Escucha: “(…) y tras su vuelta a la actividad bloggil, es evidente que el caso de “Quien no tiene un blog es porque no quiere” debe apuntarse a la amplia lista de los afectados por “El Síndrome de Pau Donés”. Sin duda, una pena que bla, bla, bla…”
-       ¿El Síndrome Pau Donés? ¡¡Pero si nosotros nos duchamos!!
-       Disculpe la intromisión, señor – intervino Benito-. Debido al portazo en la cara que en su alocada entrada me dio el Capitán he escuchado, postrado en el suelo y sangrando por la nariz, su conversación. Y si me permiten, puedo explicarles a qué se refiere el redactor cuando habla de dicho mal. Contrariamente a lo que usted piensa, no tiene nada que ver con costumbres higiénicas.
-       Permiso concedido. Ilústranos.
-       Verán. Se conoce como afectado por El Síndrome de Pau Donés a aquél incapaz de hacer algo diferente a lo que una vez hizo gracia y por ende, se torna en alguien repetitivo, pesado y al que dan ganas de matar cuando te lo encuentras por la calle. Curiosamente, no se llamaba así originariamente, sino “El Síndrome Macintosh”, pero al escuchar el disco “Reciclando”, la Academia de Enfermedades Estúpidas tuvo que reunirse de urgencia y darle el nombre, por pesado. Si bucean un poco en la historia descubrirán que el primer afectado fue el galés Laurence Macintosh, que en 1937, tras el éxito de su primer libro “El glamour del mondadientes” sufrió tanta presión a la hora de escribir su segunda obra que le salió, sin quererlo, otro libro exactamente igual, llamado, claro, “El glamour del mondadientes”. La editorial se vio obligada a incluir un apartado de tomas falsas, con algunas frases con faltas de ortografía, otras cortadas a mitad con “ja, ja, jas” y similares para mantener el interés y las ventas. Tras esta experiencia, Macintosh siguió escribiendo una y otra vez la misma novela hasta que, viejo y machacado anímicamente, se suicidó clavándose un mondadientes en el corazón. Como estaba muerto, se reeditaron todos sus libros iguales y fueron varios éxitos de ventas.
-      Vaya. Me deja de piedra, Benito. Capitán, esto es una afrenta a nuestro ingenio. Mañana mismo les publicamos una historia en la que David Meca intenta cruzar a nado el canalillo de Rita Barberá. Y no escatimaremos en palabras modernas como dabuti, fetén o camiseta imperio. ¿Tienes la cámara preparada? ¡Van a ver estos quiénes somos nosotros!
-       Ejem, Vicente, yo ya sabía qué significaba lo del Síndrome.
-       ¿Y por qué no lo has dicho?
-       Porque como lo escribes tú, no me has dejado meter baza desde que ha aparecido detrás de la puerta Benito. Mira, lo he estado pensando, y creo que nos repetimos porque pasamos demasiado tiempo juntos. Así que he decidido marcharme un tiempo, ver mundo, salir de Barcelona, incluso de Catalunya. Dicen algunos que hay tierra más allá, al parecer una aixeneta lo vio desde lo alto de una torre con folre i manilles.
-       ¿Y dónde vas a ir, hombre de Dios?
-       Me ha salido una oportunidad. Es época de nostalgias y revivals, por lo que un avispado representante ha conseguido volver a reunir para una gira mundial a los Mocedades. Están todos, excepto Sergioyestíbariz, a quien yo sustituiré.
-       ¿A los dos?
-       ¿Cómo dos? Pensaba que era un nombre vasco. Pues sí, a los dos. Mi misión es hacer “mmmmmm” con la boca mientras ellos cantan “Ay, amor de hombre”.
-       Gran canción, sin duda. Si esa es tu decisión, no soy quién para cortarte las alas. Ve, Capitán, ve. Vuela libre, descubre el mundo, y mándanos postales de los lugares que visitas, cuéntanos tus andanzas y cuando hayas saciado tu sed de aventura, vuelve, que aquí estaré yo, acompañado de Benito y de unos altramuces con batido para que repongas las fuerzas. Mientras, el peso del blog recaerá en mis espaldas, aunque con lo del lumbago, no sé yo cómo quedaremos.
-       Gracias Vicente, me voy. Pero como dijo mi boomerang, volveré.

Y se fue.

Cerró la puerta y desapareció en busca de emociones. Yo me quedé toda la tarde sentado en el sillón. Apenas toqué los altramuces y no pudo acabarme el batido. Pensaba en cómo iba yo a soportar tanto tiempo sin mi amigo, deseaba que todo le fuese muy bien y ya esperaba impaciente su regreso, aunque sabía que muy probablemente, cuando volviese a cruzar la puerta de nuevo y nos abrazásemos, yo notaría en silencio que su ropa olía a leña de otro hogar…

(continuará)

miércoles, 14 de abril de 2010

Nuestros problemas con las mujeres



Si el empecinado lector tuviese que elegir un calificativo que, sin insultarnos ni mentar a nuestras familias, nos describiera, posiblemente se quedaría como el periodista zangolotino y vago que recurre a los tópicos ante una nueva jugada de Messi: sin adjetivos.

No obstante, si la pregunta se nos trasladase y recayese en nuestras curtidas en mil batallas manos la labor de elegir un epíteto que nos acompañara en todas las glosas que de nuestra personalidad se hicieren en contraportadas de libros, artículos de opinión, estudios universitarios, enciclopedias submarinas y demás zarandajas literarias, no cabe duda de que el escogido sería el de mujeriegos.

Sí, amigos, aquí donde nos ven, somos unos mujeriegos de tomo y lomo. Estamos en el mismo bando  que grandes galanes conquistadores como Paco Rabal (cuando era más joven y estaba vivo), Imanol Arias, Álex Ubago (quien no es mujeriego es porque no quiere), uno que sale en Gran Hermano o Hugo Silva.

El único problema con el que nos encontramos a la hora de desarrollar nuestra pasión por el sexo opuesto es que las mujeres, mira tú por dónde, no son nada nosotrosiegos. Lo que hay que ver.

No sabemos por qué, algo falla. Algunos piensan que es porque desprendemos algún tipo de feromonas que, sin pretenderlo, las repele. El nombre científico lo desconocemos, pero parece ser que comúnmente se le llama "sudor reseco envejecido en axila desde años ha" y es muy habitual en gente muy dada a la vida contemplativa y poco tiempo para ducharse como los curas con sotana con niño dentro o los intelectuales, grupo en el que también estamos, contrariamente a lo que le sucede a Álex Ubago y al de Gran Hermano.

Y a Hugo Silva, aunque él piensa que sí y acude con bufanda blanca y comiendo altramuces a las presentaciones de los libros y los demás le hacemos el vacío mirando al techo y mascullando "mmmmm..." como diciéndoselo sin parecer descorteses pero claro, al no ser intelectual, no lo pilla. Cosas de intelectuales, ustedes no lo entenderían.

Preocupados ante una situación de tal calibre que nos ha llevado a no conocer doncella en todo el tiempo que ha transcurrido desde que iniciamos este blog, empezando a contar desde varios años antes, tanto el Capitán Rumikel como quien les habla decidimos ponernos en manos de especialistas.

No, no se alarmen. Este relato no trocará ahora hacia derroteros eroticofestivos con señoritas ligeras de ropa que espatarradas le susurran a uno cosas bonitas a cambio de un generoso donativo para comprar prendas con las que tapar sus pudendas y voluptuosas partes. No somos de esos.

No tenemos tanto dinero.

Cuando hablamos de especialistas nos referimos a gente que haya estudiado una carrera universitaria que le permita ejercer la medicina. Como no tenemos seguro médico (si tuviésemos pecunia para eso ya lo habríamos invertido en señoras) y en la Seguridad Social no nos dejan entrar hasta que no devolvamos los kilómetros de venda que robamos para disfrazar de momia a la alcaldesa durante el pasado carnaval de El Cabanyal, nos vimos obligados a buscar un galeno que, por lo privado y sin pagar, nos reconociese y nos recomendase qué podríamos hacer para gustarles más a las mujeres o en su defecto, a los hombres vestidos de mujeres, tampoco era plan de ponerse sibaritas en la primera visita.

Alentados por un amigo que había comido ajo acudimos a ver al Dr. Awde, que se pronuncia como un coche pero que se escribe de otra forma como habrá discernido el audaz lector. Nos sorprendió que tuviese la consulta en el banco de un parque y que nos recibiese con un sombrero de ala corta en la cabeza, mirada baja y un whisky on the rocks in his hand. Pensamos que serían cosas de la medicina moderna, el feng shui y todas esas cosas de los modernos, grupo al que no pertenecemos.


Hugo Silva sí, las cosas como sean.

- Verá doctor, es que nosotros tenemos un problema.
- Ustedes dirán.
- Nos gustan mucho las mujeres. Pero nosotros a ellas no.
-  ¿Eso que huele son ustedes?
- Nuestras feromonas. Si lee un poco más arriba verá que...
- Mmmm, déjenme pensar... Y échense a un lado, estoy a punto de devolver.

Es curioso lo mucho que tarda el tiempo en pasar cuando estás de pie en medio de un parque, a merced de los balonazos de los niños torpes, de los encontronazos con los corredores abnegados o de las deposiciones aéreas de las palomas hijasdeputa. En sólo tres minutos habíamos recibido tres de lo primero, nos habían insultado dos de los segundos y nos habían adornado las testas con siete de lo tercero.

Transcurridos ellos, el Doctor, con los hombros apoyados en el respaldo del banco y las piernas cruzadas, dejándonos ver que la moda del calcetín blanco vuelve con más fuerza que nunca, levantó la cabeza y dijo:

- Ya sé lo que les pasa.
- ¿Es grave?
- Mucho.
- ¿Es benigno? Y si es, ¿qué significa benigno?
- Ustedes son feos. Feos hasta decir basta. Tan feos que duele verles. Son feos como no hay nada más feo en este mundo. Ustedes no sirven ni como modelos de cuadros cubistas. Las mujeres no se les acercan por el mero hecho de que ellas son animales racionales y saben que llegados a un punto de horror, la gente muere ante tanta fealdad. No he visto nada más feo ni cuando tuve que extirpar un hemorroide tamaño balón medicinal de la cara de un hombre ya de por sí feo. Sé de gente que se quitaría los ojos de sus cuencas con una cucharilla de café para no tener que soportar más la visión de sus rostros. No se dejen engañar con lo de que la belleza está dentro de cada uno, ni haciéndose el hara kiri podrían ser más feos. Son horribles, asquerosos, manifiesta y groseramente feos. Cualquier otra cosa que les digan es una patraña que trata de esconder una realidad que se les muestra cada mañana frente al espejo.

Por lo demás, están ustedes estupendamente bien. Eso sí, no fumen.

Un diagnóstico así, tan impreciso, tan abierto, nos dejó llenos de dudas. Dudas que quisimos que nos resolviera. Mas fue en vano, ya que tras su discurso, apuró de un trago su whisky, se ajustó el sombrero y sin decir esta boca es mía, se largó, haciéndonos, claro, un tremendo feo.

Y mientras veíamos su figura alejarse en el horizonte, llegamos dos conclusiones:

a) Hay gente que no tiene el mismo concepto de belleza que nuestras abuelas.

b) Hay gente que lleva muy mal que tengamos más fans que él en facebook.



Dedicado con todo cariño, admiración y una cerveza pagada a nuestro médico de cabecera y a su alter ego. 

viernes, 9 de abril de 2010

Una pequeña historia


Cuando la Bella Durmiente despertó, Bibiana Aído todavía estaba ahí.